Cada día, los perros se integran más en la sociedad, y como resultado, es cada vez más común encontrarlos en lugares que antes podrían parecer inusuales. La práctica de llevar a los perros a restaurantes junto a sus dueños es muy extendida en grandes ciudades como Madrid o Barcelona.
Sin embargo, la tendencia está evolucionando, y ahora en España se empieza a observar a los perros participando en actividades inusuales, como el yoga, una práctica que ya es muy habitual en Estados Unidos. En las sesiones de ‘doga’, término que se utiliza para referirse al yoga para perros, se combinan estiramientos y ejercicios de respiración con el objetivo de que tanto el animal como su dueño puedan relajarse juntos.
Estas sesiones son breves y siempre se respeta el espacio del animal. Se presta especial atención para determinar si al perro le agrada la experiencia, ya que el objetivo principal es que ambos disfruten. Durante estas clases, las caricias y los masajes ocupan un lugar destacado, ya que es fundamental no forzar al animal y permitir que cada uno avance a su propio ritmo.
Los expertos destacan la importancia de «interpretar el lenguaje del perro y conocer sus preferencias», ya que obligarlos a hacer algo puede no obtener buenos resultados. Además de los estiramientos, se realizan ejercicios que son fundamentales para el cuidado de las articulaciones y la musculatura de los compañeros peludos.
Lo destacado de estas clases de ‘doga’ es la construcción de una confianza y un vínculo tan sólidos entre el dueño y el perro que incluso pueden llegar a realizar posturas de yoga bastante complejas, independientemente del carácter o tamaño del perro, ya que lo esencial es establecer un vínculo especial con el animal.